En la columna "Periodistas, no tahúres" publicada en Ene, el periodista español Tony Pique argumenta sobre el tema y parte de un ejemplo muy concreto: el de la periodista del Washington Post, Janet Cooke, que ganó el Pulitzer por una serie de reportajes sobre un niño heroinómano. Luego se descubrió que había inventado casi todo. Pique analiza cómo a la hora de abordar la ética profesional no sólo debe pensarse en el aspecto más técnico. "La profesionalidad, el conocimiento del oficio –su fin, sus medios– y su ejercicio competente, es la mejor garantía de un comportamiento deontológico", apunta.
Vale la pena leerlo y para engancharlos, les dejó un párrafo crucial de la columna
"Lo diré con un mal ejemplo: nadie aprende a jugar al fútbol leyendo el reglamento. A jugar al fútbol se aprende jugando y viendo jugar. Esta es la lección de Maynard: no separar profesionalidad y deontología a la hora de tomar decisiones. En la toma de decisiones no hay un “momento noticioso”, “profesional”, y un “momento deontológico”, en el que la ética aparece como el pelmazo inesperado que viene a aguar la fiesta. “Nunca dejes que la realidad te estropee una buena noticia”, dice la broma. Y muchas veces no es broma (es común la convicción de que una mentira o una exageración entre comillas elimina la responsabilidad del periodista que la recoge). La deontología se juega en el campo de la profesión y comparece a medida que ésta se ejerce con competencia y ésta se ejerce con competencia si ha sido aprendida con competencia".
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